Desde lo profundo de la precordillera colchagüina, William Evelyn, hacedor de vinos británico, avecindado en Chile desde hace más de dos décadas, nos cuenta cómo enfrentó la adversidad, su amor por la viticultura de montaña, y las claves que lo han ayudado a posicionar su marca.
Desde el Reino Unido llega a Chile en 1998 para trabajar en turismo, especialmente en lodges donde se practicara la pesca con mosca en la Patagonia. En 2006 compró una propiedad en el sector de Las Peñas en San Fernando, con la idea de crear su propio lodge. En 2012, con algo más de conocimiento y muchas ganas, plantó 1,5 hectáreas de cabernet sauvignon, el viñedo cultivado con esa variedad a más altura en la región de O’Higgins.
Desde entonces, ha sido un periplo de muchos aprendizajes, equivocaciones, y también vivir momentos inolvidables. Por eso, el fundador de la viña boutique Tumuñan, sabe muy bien lo que significa luchar por un sueño, y más cuando el camino no ha sido sencillo.
En marzo de 2025, acaba de lograr lo que muchos pequeños productores sueñan: colocar su vino en un mercado tan exigente como el sueco. Hoy, con apoyo de profesionales como Rafael Bianchi e Ian Hutcheon, sigue adelante con más fuerza que nunca.

—A tu juicio, ¿cuáles crees son los principales obstáculos que enfrentan los pequeños productores?
Es un camino cuesta arriba. El primer gran desafío son los recursos limitados. Muchas veces no contamos con el presupuesto necesario para marketing, distribución o investigación de mercado. A eso se suma la dificultad de competir con marcas consolidadas, la falta de redes de distribución, los requisitos regulatorios en distintos países y el desconocimiento de mercados objetivos. Y cuando por fin logras una oportunidad, te enfrentas a la necesidad de escalar producción con rapidez, lo que tampoco es simple si tu capacidad es limitada. Hacer vino en Chile es fácil, venderlo es otra historia.
Reencantarse con la misma pasión
—A pesar de todo eso, lograste un hito reciente. ¿Qué puedes contarnos del acuerdo que concretaste en el mercado internacional?
Gracias a MOVI, se abrió una oportunidad única: un concurso limitado solo a bodegas miembros, organizado por un monopolio estatal de ventas de alcohol. ¡Solo compitieron menos de 15 viñas! En conjunto con el talentoso enólogo Rafael Bianchi, especialista en uvas orgánicas y biodinámicas, desarrollamos un blend de Syrah y Cabernet Sauvignon de montaña. Así, en septiembre llegó la noticia de que ganamos en la cata a ciegas. Y así fue que Tumuñan se posicionó en Suecia, la recepción ha sido fantástica. Veníamos pasándolo mal, con costos altos y ventas bajas. Esto nos devolvió el ánimo y las ganas de seguir invirtiendo en este proyecto de vida.
—Tu viña está ubicada en pleno Colchagua Andes. ¿Qué hace tan especial a este terroir?
Las altas altitudes generan temperaturas más frías y maduraciones lentas, lo que se traduce en acidez vibrante y sabores concentrados. Los suelos de montaña ofrecen excelente drenaje y abundancia de minerales. Además, la luz intensa suaviza los taninos y mejora el color. El resultado: vinos elegantes, suaves, con gran frescura y carácter.

—¿Qué te ha permitido destacar y conectar con compradores internacionales?
Entrar a MOVI fue un punto de inflexión. Como decimos acá, “mejor ser la cola de un león que la cabeza de un ratón”. MOVI no solo aporta prestigio, también facilita el contacto con compradores, sommeliers y prensa especializada. Y claro, tener una etiqueta creativa y con identidad, inspirada en los Andes y con palabras en mapudungun, también ayuda a contar nuestra historia.
—¿Ves oportunidades reales para que viñas pequeñas chilenas crezcan afuera?
Con total honestidad, cada vez menos. El mercado está saturado, el consumo global ha caído un 20%, y muchos consumidores están más cuidadosos con sus gastos. Además, producir vino en Chile no es barato y las advertencias gráficas obligatorias del gobierno son un obstáculo enorme para atraer nuevos públicos.
—La sostenibilidad parece ser un pilar fuerte en tu proyecto. ¿Cómo lo aplicas en Tumuñan?
Para mí no es una moda, es una forma de vida. Amo el entorno donde vivo, así que producir de forma limpia es un deber y un placer. Nuestra viña es orgánica, y elaboramos el vino en la bodega de Koyle, viña que tiene un compromiso ejemplar con la sustentabilidad. Además, está muy cerca, lo que reduce nuestra huella de carbono.
— Finalmente: ¿qué se viene para Tumuñan, tanto a nivel internacional como local?
Estamos enfocados en fortalecer nuestra presencia en Suecia, donde ya vemos buenos resultados. También exportamos a Brasil y al Reino Unido, y tenemos la vista puesta en Estados Unidos. A nivel local, queremos potenciar aún más nuestro enoturismo y este año esperamos plantar nuestras primeras parras de chardonnay.
Más info en https://vinatumunan.com/
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