Proyecto que en poco tiempo tomó cuerpo, sumando ahora frizzantes experimentales junto a un naciente viñedo de Albariño. Todo para romper esquemas con sus pequeñas producciones, plenas de carácter e innovación en cada botella.
Fue hace más de cuatro años – en 2020 – que partió ensayando literal en el patio de su casa, ubicada en Romeral, Valle de Curicó, con mezclas de vinos que para ella fueran únicos y capaces de transportar con sus atributos, a los territorios de nuestra variada y generosa geografía.
La curiosidad hizo ir a Patricia más allá. Pues por muchos años se ha dedicado a proveer a pequeños productores con equipamiento e insumos para la elaboración de vinos, a través de su empresa Chilevitis, conociendo plenamente sus necesidades, pero también esa experiencia vivida con muchas dificultades y pocas veces contada.
Tinajas del Malandra es precisamente el resultado de su creación de vinos de autor, hechos a escala humana, con producciones que nacen usando desde 500 a 1500 kilos de uva, en especial con cepajes presentes en Maule Sur, en algunos casos, provenientes de parras viejas y cultivadas en secano.

Así, con la ayuda de buenos amigos asesores, más su interés constante por explorar cepas poco conocidas, decidió apostar por pequeños desafíos que se han convertido en sus grandes logros. Hoy, produce entre 700 y 1500 botellas por etiqueta, sumando un total de ocho exponentes, elaborados con variedades como carignan, moscatel, cinsault, tannat, sauvignon blanc y garnacha, que representan a su intrépida creadora.
“El nombre es porque nos encantan las tinajas, son recipientes muy nobles. Usamos las viejas para fermentar y las nuevas para guardar. El Malandra, es el niño revoltoso que todos llevamos dentro. Me identifico plenamente, porque soy un poco rebelde e informal, de crianza en el campo sin querer aprender a ser ama de casa, porque quería estudiar y también manejar el tractor”, dice Patricia Gálvez.
Creatividad con sello de mujer
En un escenario en el que tradicionalmente ella veía era dominado por hombres, se dio impulso para demostrar que la sensibilidad y la creatividad femenina pueden tener un lugar destacado en la vitivinicultura chilena. “Siento que las mujeres tenemos un potencial enorme para innovar y salir de las estructuras tradicionales. Tenemos esa capacidad de adaptarnos a los gustos de los demás, como las madres o abuelas que cocinan pensando en todos. Esa sensibilidad nos permite desarrollar productos que conectan de manera única con las personas”, comenta orgullosa.
Entre los proyectos actuales y futuros, la constante es clara: romper esquemas y explorar nuevas alternativas, nuevos territorios. Apasionada por el vino, Patricia Gálvez está redefiniendo lo que significa innovar en Chile, marcando la diferencia con productos que no solo buscan distinguirse por su calidad, sino también por su autenticidad y conexión real con el consumidor.
Siempre mirando hacia adelante, y además de contar ya en su repertorio con un espumante, un rosé, diferentes mezclas tintas y un cosecha tardía, su última innovación fue lanzar dos frizzantes elaborados con cinsault y moscatel, presentados en formato de 375 cc y tapa corona. Ambos con un toque tan dulce y como refrescante, diseñados especialmente para las tardes calurosas del verano.
“Son solo 100 botellas de prueba que lanzaremos en un sunset playero en la costa curicana. Queremos ver cómo reacciona el público con esta propuesta más ligera y accesible, que incluso puede competir con la cerveza en ocasiones informales”, explica.

Pero la creatividad la ha hecho ir aún más allá. Entre sus proyectos más audaces destaca un viñedo plantado tras su casa, 100% Albariño, con apenas 1000 plantas, una variedad poco común en Chile. “Queríamos trabajar con algo que no fuera típico, que tuviera potencial para hacer un vino de alta calidad. Un proyecto con el que queremos marcar la diferencia y ofrecer algo que sorprenda a nuestros clientes”, señala Patricia.
Todo eso, más la apertura al enoturismo con degustaciones de vinos y visitas atendidas por la propia dueña. Hacer cosas diferentes y sacar al vino del concepto más serio, para llevarlo a las mesas en el disfrute de cada día. Esa es la invitación de esta romeralina de corazón. “El vino es más que una bebida, es una forma de contar historias, de expresar el territorio y de conectar con las personas. Para mí, eso es lo más valioso. Es disfrutar la vida…pasarlo bien sin mirar a quien!”
Mas información y reservas en https://tinajasdelmalandra.cl/enoturismo/
Dirección: Ramon Freire 7810, Romeral, Valle de Curicó.
Telefóno: +56 9 78096 551